Libro de otras Oraciones
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Libro de otras Oraciones:
Letanía del Espíritu Santo

Señor. Tened piedad de nosotros.
Jesucristo. Tened piedad de nosotros.
Señor. Tened piedad de nosotros.
Dios, Padre celestial. Tened piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo. Tened piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo. Tened piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que sois un solo Dios. Tened piedad de nosotros.
Divina Esencia, Dios verdadero y único. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de verdad y de sabiduría. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de santidad y de justicia. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de entendimiento y de consejo. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de caridad y de gozo. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de paz y de paciencia. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de longanimidad y mansedumbre. Tened piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y de bondad. Tened piedad de nosotros.
Amor sustancial del Padre y del Hijo. Tened piedad de nosotros.
Amor y vida de las almas santas. Tened piedad de nosotros.
Fuego siempre ardiendo. Tened piedad de nosotros.
Agua viva que apagáis la sed de los corazones. Tened piedad de nosotros.

De todo mal.
Libradnos Espíritu Santo. De toda impureza de alma y cuerpo.
Libradnos Espíritu Santo. De toda gula y sensualidad.
Libradnos Espíritu Santo. De todo afecto a los bienes terrenos.
Libradnos Espíritu Santo. De todo afecto a cosas y a criaturas.
Libradnos Espíritu Santo. De toda hipocresía y fingimiento.
Libradnos Espíritu Santo. De toda imperfección y faltas deliberadas.
Libradnos Espíritu Santo. Del amor propio y juicio propio.
Libradnos Espíritu Santo. De la propia voluntad.
Libradnos Espíritu Santo. De la murmuración.
Libradnos Espíritu Santo. De la doblez con nuestros prójimos.
Libradnos Espíritu Santo. De nuestras pasiones y apetitos desordenados.
Libradnos Espíritu Santo. De no estar atentos a vuestra inspiración Santa.
Libradnos Espíritu Santo. Del desprecio a las cosas pequeñas.
Libradnos Espíritu Santo. De la glotonería y malicia.
Libradnos Espíritu Santo. De todo regalo y comodidad.
Libradnos Espíritu Santo. De querer buscar o desear algo que no seáis Vos.
Libradnos Espíritu Santo. De todo lo que te desagrade.
Libradnos Espíritu Santo. De todo pecado e imperfección y de todo mal.
Libradnos Espíritu Santo.

Padre Amantísimo. Perdónanos.
Divino Verbo. Ten misericordia de nosotros.
Santo y Divino Espíritu.
No nos dejes hasta ponernos en la posesión de la Divina Esencia, Cielo de los cielos.
Cordero de Dios, que borráis los pecados del mundo.
Enviadnos al divino Consolador.
Cordero de Dios, que borráis los pecados del mundo.
Llenadnos de los dones de vuestro Espíritu.
Cordero de Dios, que borráis los pecados del mundo, haced que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo. Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fíeles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados y renovarán la faz de la tierra.

Oremos: Oh Dios, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor Nuestro. Así sea.



Libro de otras Oraciones:
Soy tu arca

¡Señor!
Soy tu receptáculo:
lléname de los dones
de tu Espíritu Santo.
Sin Ti carezco de toda gracia
o más bien estoy lleno de todo pecado.
¡Señor! Soy tu nave:
lléname de la carga de obras buenas.
¡Señor!
Soy tu arca:
lléname, no de los halagos
del dinero y de los placeres,
sino del amor a Ti
y a tu imagen viviente:
el hombre.



Libro de otras Oraciones:
A San Andrés Avelino contra los accidentes

Que tu pródiga mano me proteja de cualquier peligro repentino.
Que nada me alcance con furor: aleja de mí todo súbito mal.



Libro de otras Oraciones:
Para que gobiernes lengua y corazón.

Divino Paráclito que procedes del Padre y del Hijo, por tu fecunda llama ven a hacer elocuente nuestra lengua y a abrasar nuestro corazón en tu fuego.
Amor del Padre y del Hijo, igual a los dos y semejante en su esencia, Tú lo llenas todo, Tú das la vida a todo. En tu reposo guías los astros, Tú regulas los movimientos de los cielos.
Luz deslumbrante y querida, Tú disipas nuestras tinieblas interiores; a los que son puros, los haces aún más puros. Tú eres el que hace desaparecer el pecado y la herrumbre que lleva consigo.
Tú manifiestas la verdad, Tú muestras el camino de la paz y de la justicia; Tú escapas de los corazones perversos y colmas de los tesoros de tu ciencia a los que son rectos.
Si Tú enseñas, nada queda oscuro; si estás presente en el alma, no queda nada impuro; Tú le traes el gozo y la alegría. La conciencia que Tú purificas gusta de la dicha.
Socorro de los oprimidos, consuelo de los desgraciados, refugio de los pobres, concédenos despreciar las cosas terrenales y guía nuestros deseos hacia el amor de las cosas celestiales.
Tú consuelas y das firmeza a los corazones humildes; les habitas y les amas; expulsa todo mal, borra toda mancha y derrama tu consolación sobre nosotros y sobre el pueblo fiel.
Ven, Consolador. Gobierna nuestras lenguas, apacigua nuestros corazones, pues la hiél y el veneno no son compatibles con tu presencia: sin tu gracia no hay felicidad, salvación, serenidad, dulzura ni plenitud.



Libro de otras Oraciones:
Oración Teológica

Cuando Nuestro Señor Jesucristo, aquella tarde, estuvo por vez postrera con los suyos y «les dio la última plenitud de Su amor», les prometió que no se quedarían solos, sino que Él les mandaría «otro intercesor»: Tú, el «Espíritu de la Verdad». Luego viniste en el tronar y llamear de Pentecostés, y ahora estás con nosotros.
Tú llevas a cada uno de nosotros por el camino de la salvación. Tú orientas el reino de Dios a través de la tiniebla y la confusión de los tiempos. Y a través de todo lo que ocurre, realizas la obra de la nueva creación, que un día debe hacerse manifiesta, cuando «vuelva el Señor a juzgar a los vivos y a los muertos».
Oh Santo, Tú nos has sido dado al modo del Espíritu. Estás con nosotros en una vida siempre renovada. Estás a nuestro lado en una aparición siempre nueva. Y tenemos la nueva vida en cuanto vuelves siempre a dárnosla. Por eso te rogamos que cumplas en nosotros la misión para la cual te envió el Hijo.
«Toma», oh Espíritu de Jesucristo, «lo que es ser, y dámelo», para que se haga mío. Haz brillar tu luz en mí, para que reconozca su verdad. Ata mi corazón a la lealtad de la fe, para que no me desvíe de ella. Y enséñame a amar, pues sin amor la verdad está muerta. «El amor no se basa en que seamos capaces de amar a Dios por nosotros mismos, sino en que Él nos ha amado primero.» Convence a mi corazón del amor de Dios, y dame la fuerza de corresponder a su amor, para que yo «permanezca en Dios y Él en mí».
Tú, oh Espíritu, haces surgir la nueva creación en el mundo envejecido: lléname de confianza en tu santo poder. Tu poder no es terrenal, y entre las violencias y las astucias de la tierra a menudo parece tonto y débil. Concede por eso a mi corazón la esperanza de «la libertad de la soberanía de los hijos de Dios».
Por Ti, oh Santo Espíritu, ha vivido nuestro Señor, y con Tu fuerza «ha vencido al mundo». Pero el mundo lo somos nosotros mismos: nuestro corazón egoísta, ciego y tonto. Tómalo en tu poder, hazlo dócil y ancho, para gue Él pueda vivir en nosotros y nosotros en Él.
Amén.