Creo, celestial y santo Espíritu, que eres Dios con el Padre y el Hijo.
Te adoro, Luz divina,
y te invoco, dador de santa iluminación,
la que me muestra el mal
con que te he ofendido,
la que me descubre
lo obligado que estoy a tu amor.
Gracias, Señor, por no abandonarme,
me arrepiento de haberte dado la espalda,
al preferir la oscuridad antes que tu luz.
Sigue enviándome tu iluminación,
para que abra mis ojos sólo bajo tu luz,
para que conozca tu inmensa bondad,
para poder amarte con todo mi ser.
Dame tus dones de continuo,
hasta quedar preso de tus favores
y obligado a amarte solamente a Ti.
Te lo pido por los méritos de Jesús.
Te amo, sumo Bien mío,
te amo más que a mí mismo.
Quiero ser enteramente tuyo.
Tómame, y no permitas
que vuelva a separarme de Ti.
¡María, Madre mía,
ayúdame con tu intercesión!