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Libro de otras Oraciones:
ORACIONAL DE LOS SANTOS

El culto y la devoción a los Santos, así como la veneración de sus imágenes y
reliquias, según doctrina de la Iglesia Católica, ratificada por el concilio Vaticano II, es
cosa legítima y laudable. Dice el Concilio: �Al mirar la vida de quienes siguieron
fielmente a Cristo (los Santos), nuevos motivos nos impulsan a buscar la Ciudad futura y
al mismo tiempo aprendemos cual sea el camino seguro, conforme al propio estado y
condición de cada uno, que nos conduzca a la perfecta unión con Cristo, o sea a la
santidad. Pero no sólo veneramos la memoria de los Santos del cielo por el ejemplo que
nos dan, sino aún más, para que la unión de la Iglesia en el Espíritu sea corroborada por
el ejercicio de la caridad fraterna. Conviene, pues, en sumo grado, que amemos a estos
amigos y coherederos de Jesucristo, hermanos también nuestros y eximios
bienhechores; rindamos a Dios las debidas gracias por ellos, invoquémoslos
humildemente y acudamos a sus oraciones, ayuda y auxilio para impetrar de Dios
beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, único Redentor y Salvador nuestro, “corona
de todos los santos”.

Oraciones del Propio de los Santos del Misal Romano

San Juan Bautista.

Oh Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo, el Señor, un
pueblo bien dispuesto; concede a tu familia el don de la alegría espiritual y dirige la voluntad de
tus hijos por el camino de la salvación y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San José, esposo de María.

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres
a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los
lleve a plenitud en su misión salvadora.

San Joaquín y santa Ana padres de la Virgen María.

Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de
traer a este mundo a la madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la
salvación que has prometido a tu pueblo.

San Pedro y san Pablo apóstoles.

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y
san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que
fueron fundamento de nuestra fe cristiana.

San Jaime (Santiago), apóstol.

Dios todopoderoso y eterno, que consagraste los primeros trabajos de los apóstoles
con la sangre de Santiago; haz que, por su martirio, sea fortalecida tu Iglesia y, por su
patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos.

San Sebastián, mártir.

Te rogamos, Señor, nos concedas el espíritu de fortaleza para que, alentados por el
ejemplo glorioso de tu mártir san Sebastián, aprendamos a someternos a ti antes que a los
hombres.

San Benito abad.

Señor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la
escuela del divino servicio; concédenos, por su intercesión, que, prefiriendo tu amor a todas las
cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón.

San Francisco de Asís, religioso.

Dios todopoderoso, que otorgaste a san Francisco de Asís la gracia de asemejarse a
Cristo por la humildad y la pobreza; concédenos caminar tras sus huellas para que podamos
seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso.

Santo Domingo de Guzmán, presbítero.

Te pedimos, Señor, que santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu palabra,
ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos, e interceda también con bondad por
nosotros.

San Ramón Nonato. religioso.

Tu, Señor, enriqueciste a san Ramón Nonato con un celo admirable para redimir a los
cautivos; infunde en nuestros corazones un amor a nuestros hermanos que nos haga vivir
siempre, atentos a los sufrimientos y a las necesidades de nuestro prójimo.

San Ignacio de Loyola, presbítero.

Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para
extender la gloria de tu nombre; concédenos que, después de combatir en la tierra bajo su
protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo.

San Francisco Javier, presbítero.

Señor y Dios nuestro, tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento
de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la
propagación de la fe, y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los
pueblos.

San Luis Gonzaga, religioso.

Señor Dios, dispensador de los dones celestiales, que has querido juntar en san Luis
Gonzaga una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia; concédenos, por
su intercesión, que, si no hemos sabido imitarle en su vida inocente, sigamos fielmente sus
ejemplos en la penitencia.

San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia.

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio
de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los
principios de la vida cristiana para que merezcamos tenerte como protector en todas las
adversidades.

San José Oriol, presbítero.

Señor, tú quisiste que san José Oriol fuese un ejemplo admirable de penitencia y
brillase por el don de curaciones; concede a tu pueblo un verdadero espíritu de conversión y la
salud del alma y del cuerpo.

San Juan Bosco. presbítero.

Señor, tú que has suscitado en san Juan Bosco un padre y un maestro para la
juventud, danos también a nosotros un celo infatigable y un amor ardiente, que nos impulse a
entregarnos al bien de los hermanos y a servirte a ti en ellos con fidelidad.

San Antonio María Claret, obispo.

Oh Dios, que concediste a tu obispo san Antonio María Claret una caridad y un valor
admirables para anunciar el Evangelio a los pueblos; concédenos, por su intercesión, que,
buscando siempre tu voluntad en todas las cosas, trabajemos generosamente por ganar
nuevos hermanos para Cristo.

Santa Inés, virgen y mártir.

Dios todopoderoso y eterno, que eliges a los débiles para confundir a los fuertes de
este mundo; concédenos a cuantos celebramos el triunfo de tu mártir santa Inés imitar la
firmeza de su fe.

Santa Cecilia, virgen y mártir.

Acoge nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión de santa Cecilia, dígnate
escucharnos con bondad.

Santa Lucía, virgen y mártir.

Que la poderosa intercesión de santa Lucía, virgen y mártir, sea nuestro apoyo, Señor,
para que en la tierra celebremos su triunfo y en el cielo participemos de su gloria.

Santa Eulalia, virgen y mártir.

Tú, Señor, quisiste que la sangre de los mártires fecundase las primeras semillas que
la predicación evangélica había sembrado en nuestras tierras; haz que quienes celebramos
con alegría el martirio de la virgen santa Eulalia, nos gloriemos siempre de ser cristianos y
perseveremos hasta la muerte firmes en la fe.

Santa Clara, virgen.

Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica;
concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos
llegar a contemplarte en tu Reino.

Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.

Señor, Dios nuestro, que por tu Espíritu has suscitado a santa Teresa de Jesús, para
mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección; concédenos vivir de su doctrina y enciende en
nosotros el deseo de la verdadera santidad.

Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.

Oh Dios, que has preparado tu Reino para los humildes y los sencillos; concédenos la
gracia de seguir confiadamente el camino de santa Teresa del Niño Jesús para que nos sea
revelada, por su intercesión, tu gloria eterna.

Santa Rosa de Lima, virgen.

Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se
apartara del mundo y se consagrara a ti en la penitencia; concédenos, por su intercesión, que
siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la
abundancia de los gozos eternos.

Santa María Goretti, virgen y mártir.

Señor, fuente de la inocencia y amante de la castidad, que concediste a tu sierva María
Goretti la gracia del martirio en plena adolescencia; concédenos a nosotros, por su intercesión,
firmeza para cumplir tus mandamientos, ya que le diste a ella la corona del premio por su
fortaleza en el martirio.

Oraciones del Común de los Santos del Misal Romano

Para un santo Mártir

Concédenos, Señor, que nuestras oraciones nos sirvan de alegría y ayuda, para que,
al celebrar la fiesta anual del martirio de san N. (y san N.), imitemos su constancia en la fe.

Para una santa Virgen (y Mártir)

Padre nuestro del cielo, que nos alegras con la fiesta anual de santa N., concédenos la
ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminados con el ejemplo de su virginidad y de su
fortaleza.

Para un Papa o un obispo santo

Dios todopoderoso y eterno, que pusiste a san N. al frente de tu pueblo, para que con
su ejemplo y su palabra lo ayudara a crecer en santidad; protege, por su intercesión, a los
pastores de la Iglesia y al rebaño que les has confiado, para que siempre caminen por las
sendas de la salvación.

Para un Santo o una Santa

Dios todopoderoso y eterno, tú que, al glorificar a los Santos, nos das una prueba
actual de tu amor para con nosotros; haz que su intercesión nos ayude y que su ejemplo nos
mueva a imitar fielmente a tu Hijo único.

Para un hombre santo

Oh Dios, sólo tú eres santo y nadie es bueno si no lo recibe de tu bondad; haz que, por
la intercesión de san N. podamos vivir de tal manera que consigamos la gloria eterna del cielo.

Para una mujer santa.

Oh Dios, que nos colmas de alegría al celebrar la memoria de santa N.; haz que, así
como le rendimos culto, imitemos también la santidad de su vida.




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