Libro de otras Oraciones
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Libro de otras Oraciones:
Oración al Espíritu Santo para pedir Siete Dones

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y danos nueva vida. Y renueva la faz de la tierra. Dígnate escuchar mis súplicas, y envianos tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas y así aumentar mi fe en Jesucristo, único y verdadero Salvador.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, y así vivir para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que aumente mi caridad al prójimo y actúe siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia, eligiendo las palabras y acciones más adecuadas para la santificación mía y de los demás.

Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios gratitud y obediencia, a los hombres generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones del mundo y por el contrario, esté siempre dispuesto a servirte con amor sabiendo que soy hijo predilecto de un Padre que me ama.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, la Virgen María, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias.

Amén.



Libro de otras Oraciones:
Oración al Arcángel Miguel

Miguel es el Príncipe de los Arcángeles, su nombre es un grito de auxilio invocado para el coraje, defensa y protección divina. esta armado de escudo y espada. Proclama la unidad de Dios. El primer domingo de cada mes, a las 10 de la mañana, el Arcángel Miguel está más cercano a nosotros.

Invocación:

Miguel, que trabajas para el resplandor de la verdad, que vuestra protección permanezca conmigo, la recibiré como un privilegio, siempre respetando.

Permíteme, que camine siempre con dignidad, aparta de mí las ideas perversas, haz de mí un amigo, que sepa discernir, comprender y nunca juzgar.

Ayúdame contra mis enemigos materiales o espirituales, conscientes o inconscientes, y expúlsalos, pues la verdad es vuestro signo.

Permíteme, que mi intuición sea como tu espada para darme protección. aparta de mí a las personas que quieren inducirme a los errores.

Mi corazón esta unido al tuyo y vuestra energía. que es mi verdad. Haz de mí un mensajero fiel de la superma verdad.

¡Salve, adorado Príncipe Miguel!

Amén.



Libro de otras Oraciones:
Oración a San Judas Tadeo para el empleo

San Judas Tadeo, intercesor en todo problema difícil, consígueme (o consérvame) mi empleo en que me realice como humano y que me provea lo suficiente, para que no le falte nada material a mi familia en ningún
aspecto de la vida.

Que lo conserve a pesar de las circunstancias y personas adversas, si es la voluntad del Señor Todopoderoso.

Que en él progrese mejorando siempre mi calidad y gozando de salud y fuerzas. Y que día a día trate de ser útil a cuantos me rodean, asimismo bendice de la misma manera a la Empresa a la cual trabajo.

Asocio tu intercesión a La Sagrada Familia, de la cual eres pariente y prometo difundir tu Devoción como expresión de mi gratitud a tus favores.



Libro de otras Oraciones:
Oración por la salud de un enfermo

Dios todopoderoso,
dador de la salud
y remedio de todos los males,
concede tal seguridad de tu presencia en
en este enfermo,
que pueda tener plena confianza en ti,
a fin de que, envuelto en tu amor
y en tu poder,
pueda recibir (nombre del enfermo).,
la salud y la salvación, según tu libre
voluntad. en medio de sus sufrimientos
pongo en ti mi confianza.

Padre misericordioso,
tu que conoces hasta donde llega la buena
voluntad del hombre,
tu que nunca niegas el perdón a los que
acuden a ti,
compadécete de tu hijo/a (nombre del enfermo).,
te pedimos que,
ayudado por la oración de nuestra fe,
se vea aliviado en su cuerpo y en su alma,
obtenga el perdón de sus pecados
y sienta la fortaleza de tu amor.
                                  

Señor Jesucristo,
redentor de los hombres,
que en tu pasión
quisiste soportar nuestros sufrimientos
y aguantar nuestros dolores,
te pedimos por (nombre del enfermo),que esta enfermo/a:
Tu, que lo has redimido,
aviva en el/ella la esperanza de su salvación
y conforta su cuerpo y su alma.
Tu, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.



Libro de otras Oraciones:
ÚLTIMA PROFESIÓN DE FE

Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo (…). Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados por la gracia a participar, aquí, en la tierra, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la luz sempiterna. Los vínculos mutuos que constituyen a las tres personas desde toda la eternidad, cada una de las cuales es el único y mismo Ser divino, son la vida íntima y dichosa del Dios santísimo, la cual supera infinitamente todo aquello que nosotros podemos entender de modo humano (…).
Creemos, pues, en Dios, que en toda la eternidad engendra al Hijo; creemos en el Hijo, Verbo de Dios, que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos. Así, en las tres personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí, la vida y felicidad de Dios enteramente uno abundan sobremanera y se consuman con excelencia suma y gloria propia de la esencia increada; y siempre hay que venerar la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad (…).
Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que, con el Padre y el Hijo, es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sed… perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celeste.

Amén.