Ora Pro Nobis

Dios Espíritu Santo, que habitas en mi alma en gracia, haz que sepa oir y atender dócilmente tus inspiraciones, y que sea humilde para pedir consejo y para seguir las indicaciones que me hacen quienes como los Angeles son instrumentos de tu divina Providencia. Jesús mío, que no sea tan atolondrado que desprecie o pase por alto tantas ocasiones como me ofreces, a lo largo del día, de decirte con obras que te quiero.
Bienaventurados ángeles y arcángeles, te pedimos por nuestros hermanos difuntos, y a cuantos murieron en tu amistad, recibirlos en el Reino de Dios Todopoderoso, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud de tu gloria, por Cristo nuestro Señor, por quien concedes al mundo todos los bienes.

Creemos en el Espíritu Santo
Increado,
Espíritu Perfecto,
que habló a través de la Ley
y de los Profetas
y de los Evangelios,
descendió en el Jordán,
anunció a los Profetas,
y tiene su morada en los Santos.
Asimismo creemos que Él es el Espíritu
Santo, el Espíritu de Dios, el Espíritu Paráclito;
creemos que proviene del Padre y que recibe del Hijo. Amén.

Dame Señor, la firme voluntad compañera y sostén de la virtud; la que sabe en el golfo hallar quietud y en medio de las sombras claridad! la que trueca en tesón la veleidad y el ocio en personal solicitud, y las ásperas fiebres en alud, y los torpes engaños en verdad! Y así conseguirá mi corazón quelos favores que a tu amor debí te ofrezcan algún fruto en galardón… Y aún Señor, conseguirás así que no llegue a romper mi confusión la imagen tuya que pusiste en mí.

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de mis hijos
y enciende en ellos el fuego de tu amor,
para que sean fíeles durante toda su vida
a tus sagrados principios.
Desciende sobre ellos, Santo Espíritu
y su alma se llenará de gozo
al conocer que te pertenecen.
Así se sabrán creados para Ti
y encontrarán fuerza para participar contigo
en la renovación de la faz de la tierra.

Amén.

Espíritu Santo, por quien nos vienen todas las gracias, dígnate, te lo suplicamos, encender nuestros corazones con la caridad divina; concédenos que nos hagamos todo para todos, que nos alegremos con quienes se alegran, que lloremos con quienes lloran; a fin de que, después de haber sido fieles en este mundo al precepto del amor que nos dio el Maestro, merezcamos gozar con Él, en la eternidad, del amor del Padre.