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Libro de otras Oraciones:
SEPTENARIO DE LOS DOLORES

Por la señal… Señor mío Jesucristo…

ORACIÓN PARA CADA DÍA

Virgen Inmaculada, Madre de piedad, llena de aflicción y amargura; te suplico ilustres
mi entendimiento y enciendas mi voluntad, para que con espíritu fervoroso contemple los
dolores que se proponen en este Septenario y pueda conseguir las gracias prometidas a los
que se ocupan en este santo ejercicio. Amén.

PRIMER DOLOR: Profecía de Simeón (Lc. 2, 25-33)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón
cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre mía, que sienta
en mi interior la pasión de tu Hijo y tus dolores.

V. Corazón Doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
R. Ruega por nosotros.
(Se repite después de cada dolor)
SEGUNDO DOLOR: La huida a Egipto (Mt. 2,13-18)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto,
pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de
mis enemigos.

TERCER DOLOR: El Niño perdido (Lc. 2, 40-50)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste por la pérdida de tu Hijo
en Jerusalén por tres días. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar mis culpas por
las veces que he perdido a mi Dios, y que lo halle para siempre.

CUARTO DOLOR: La calle de la Amargura (Tradición)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la
Cruz sobre sus hombros, caminando al Calvario con escarnio, baldones y caídas. Haz, Señora,
que lleve con paciencia la cruz de la mortificación y trabajos.

QUINTO DOLOR: La Crucifixión (Lc. 23, 33-46)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al morir a tu Hijo, clavado
en la cruz entre dos ladrones. Haz, Señora que viva crucificado con mis vicios y pasiones.

SEXTO DOLOR: El Descendimiento (Mc. 15, 42-47)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos
aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi
corazón viva herido de amor y muerto a todo lo profano.

SÉPTIMO DOLOR: La Sepultura (Jn. 19, 38-42)

Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado
ya tu Hijo. Haz, Señora, que quede yo sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti.

ORACIÓN FINAL para todos los días

Purísima Virgen María, humildemente te ruego que la gracia que te pido, siendo a
mayor gloria de Dios y bien de mi alma, me la alcances de tu divino Hijo; y si no que se haga
en todo su santísima voluntad y que yo nunca le ofenda. Amén




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